La atroz cirugía incluía tres procedimientos quirúrgicos: aumento mamario, liposucción y lipotransferencia a los glúteos
Paloma Nicole Arellano Escobedo, de 14 años, murió el pasado 20 de septiembre en la Clínica Santa María de Durango, en México, luego de que fuera sometida a tres operaciones estéticas.
De acuerdo con medios locales, la operación, programada para el fin de semana del 12 de septiembre, incluía tres procedimientos quirúrgicos: aumento mamario, liposucción y lipotransferencia a los glúteos, como parte de un regalo por los 15 años que cumpliría en el 2026, que le dio su madre Paloma Yasmín Escobedo, pero sin el consentimiento del padre.
Presuntamente, estas operaciones las llevó a cabo Víctor Manuel Rosales Galindo, un reconocido cirujano plástico del país azteca y pareja de la madre de la menor de edad.
¿Cómo descubre el suceso el padre?
Carlos Said Arellano, padre de Nicole, relató que la madre le envió un mensaje el 11 de septiembre informándole que niña había dado positivo a COVID-19 y que se la llevaría a la sierra de Durango para aislarse, pidiéndole que no intentara llamar, pues “no habría señal”.
Afirma que su hija fue sometida a la operación al día siguiente, sin su consentimiento y a pesar de que tenía COVID-19. Tres días después se volvió a comunicar con él, notificándole que la menor de edad «se había complicado por la enfermedad», requiriendo intubación e inducir el coma.
“Me dice que la niña está muy mal, está muy grave. Me dice que vaya a la Clínica Santa María y cuando la veo está toda entubada, los doctores me explicaron la razón por la que estaba en terapia intensiva y que tenía mucha mucosidad”, contó el padre con tristeza, resaltando que cuando pudo ver a su hija observó que también estaba «muy tapada con almohadas a los lados».
Agregó que en el centro hospitalario le indicaron que su hija tuvo inflamación en la parte superior del cerebro derivado de las complicaciones por COVID. Pero días después le retiraron la intubación a la menor porque había presentado mejoras, pero por la noche su estado de salud volvió a empeorar.
Mencionó que los médicos le realizaron un electrocardiograma que arrojó como resultado muerte cerebral, y al recibir la noticia él la abrazó y pudo notar que su hija portaba un corpiño quirúrgico, lo que le resultó bastante inusual.
“No tenía por qué tenerlo, no comente nada por la situación. Falleció (el 20 de septiembre) y me entregaron el certificado (de defunción), no se como el hospital y el doctor lo sacó tan rápido, y procedí a ir a la funeraria para realizar el proceso velatorio”, explicó.
¿Cómo descubre el padre la verdad?
Carlos Said Arellano les contó a sus familiares lo del corpiño quirúrgico, que para él era “algo raro”.
“Opté por sacar a todos de la sala, tanto familiares de ella como míos, para poder revisar, me acompañaron mi mamá, hermana y cuñada, abrimos el ataúd, le bajaron la parte superior y vimos que tenía implantes, vimos las cicatrices que le habían hecho. Cerramos todo y no dijimos nada para no tener problemas con los familiares de ella”, expresó.
Sin embargo, inmediatamente asistió a la Fiscalía de Durango para solicitar la necropsia de ley, autopsia médico-legal que permite determinar la causa de muerte.
“Yo quiero justicia para mi niña, quien tenga que caer que caiga”, dijo.
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