En los sorteos también se ganan las copas


En los cuarteles de los equipos venezolanos debe haber motivos para respirar.

Y todo porque los bombos de la fortuna, algunas veces implacable, esta vez fueron benévolos, muy panas, como se dice en Venezuela, porque Carabobo y Táchira en la Copa Libertadores, y Puerto Cabello y Caracas, en la Suramericana, pueden ver el paisaje en colores vivos, más o menos despejado, porque los adversarios, salvo alguno u otro “tigre”, no son cuadros inaccesibles. Entonces, a respirar tocan.

Táchira, veterano de estas lides, ya una vez en 2004 creció hasta llegar a la segunda ronda, toda una gesta desde la perspectiva de los cuadros del país. Además, las memorias del fútbol nacional atesoran actuaciones memorables, como aquella de 1989, cuando dirigido por Carlos Moreno batió en Pueblo Nuevo al Independiente de Avellaneda y empató con Rosario Central. Esta vez le tocará entendérselas con Flamengo, Liga de Quito y el debutante Central Córdoba. Como se ve, grandes posibilidades de reeditar lo de 2004. Todos sus rivales tendrán que sudar frío ante la hinchada del Pueblo Nuevo, ardiente y empecinada como pocas en América del Sur.

Para Carabobo esta será su primera Libertadores en fase de grupos, es decir, su ópera prima después de haber estado en otras pero en clasificaciones previas. El equipo central, con una afición fervorosa, enfrentará a Botafogo, campeón actual del torneo con Jefferson Savarino en el ataque, Estudiantes de La Plata y Universidad de Chile, un panorama que permite que se percibe con claros chances para el avance. El Valencia, su antecedente, pisó dos veces estos terrenos coperos aunque sin éxito.

A su vez, Puerto Cabello, equipo combativo y también por iniciarse en la ronda de grupos, tendrá enfrente a Lanús, Vasco da Gama y Melgar, vaya llave que puede ser durísima, mientras Caracas, en su tradición de equipo de raza para las confrontaciones internacionales, chocará con Atlético Mineiro, Cienciano y Deportes Iquique.

Las copas de la región, bañadas por esa democracia que reparte dinero a los equipos en los partidos en casa, se ha ido expandiendo, y ya no es solo para los campeones y vice monarcas, sino que también llega hasta posiciones intermedias en las clasificaciones de cada liga. Los venezolanos, sin logros recientes y con las horas bajas de su fútbol, tratará esta vez de reivindicarse, de llegar lo más lejos posible. Solo el Caracas, en 2009, puede ufanarse de haber dado pasos trascendentes cuando llegó a cuartos de final de la Libertadores; de resto, defecciones, rodaje abajo por el acantilado de los fracasos. Aun así, año tras año llegan los vientos de la fe nunca perdida, y esta vez no va a ser distinto.

Táchira, Carabobo, Puerto Cabello, Caracas vuelven a respirar. Los cuatro se aferran a la bandera del ahora sí. Del ahora sí seremos importantes y “clavos calientes” del fútbol suramericano.

Grupos «de la vida»

Seguramente por una antigua denominación se ha dado en llamar “grupo de la muerte” a las llaves de equipos en las que, cumplidos los sorteos de los campeonatos, caen dos o tres bravos de Suramérica. Tal nombre siempre nos ha parecido impropio, porque el fútbol empecinado, de rivalidades y bregas, deberían llamarse “de la vida”.

Porque, ¿no es el fútbol un aliciente para la sociedad, atrapada en la vida de hoy, de tanta urgencia, de tanto afán, en la que la distracción y el sano relajo son tan imprescindibles? Por eso choca cuando se oye y se lee en los medios de comunicación la relación del fútbol con esa palabra. Muchas cosas han de cambiar en el juego, algunas reglas improcedentes, y también en la manera como es llamado su entorno. Asociar la muerte con el fútbol, nunca más. De aquí en adelante que todo sea de la vida amada de la humanidad.


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