La rueda da otra vuelta: América vs. Europa


Cuarenta y ocho selecciones, cuarenta y ocho campeones mundiales, cuarenta y ocho viajantes hacia el monte sagrado, allá arriba, tan cerca del cielo glorioso.

Llegan los personajes, las cámaras de televisión enloquecen tratando de enfocar a los famosos, quien escribe no consigue cómo comenzar a escribir esta nota. Vamos, son tantos que no nos alcanzaría la vida para nombrar a tanta celebridad. El fútbol llama, el fútbol convoca. Ahí está Aaron Judge: lo mencionamos como una rareza por estar él fuera de su medio: ¿estará listo para dar un jonrón? Todos se apartan cuando pasa un “edificio negro” llamado Shaquille O´Neal, y frente al mundo, en el lugar donde se detienen los elegidos, Donald Trump conversa animadamente con Gianni Infantino.

Andrea Bocelli canta “Nessun dorma”, de Giacomo Puccini, la fiesta está por empezar.

Los caprichos del sorteo afloran, y ahora hablemos de las selecciones de América del Sur.

Argentina, defendiendo su corona, irá ante Argelia, Austria y Jordania, una llave sin dificultades, mientras Brasil va con Marruecos, Escocia y Haití con cierta comodidad. Suramérica continúa con Colombia frente a Portugal, Uzbekistán y alguno del repechaje, bravísimo para los colombianos, Ecuador también enmarañado con Costa de Marfil, Alemania y Curazao. No tanto Paraguay con Estados Unidos, Australia y uno de la repesca, Uruguay tendrá que tragar grueso con España, y vérselas ante Arabia Saudita y Cabo Verde.

Si nos detenemos a mirar, el sorteo mundialista no ha sido ni fácil ni difícil, realmente, sino que ha mostrado una fortuna amañada, en el mejor sentido. Los tiempos actuales son así, y el mero hecho que clasifiquen tres por grupo, los dos primeros y los ocho mejores terceros del torneo, habla de una cierta holgura para casi todos.

Porque, ¿quién puede dudar que Argentina y Brasil no van a estar en la siguiente ronda de partidos? Lo que queda detrás de toda la parafernalia del show televisivo para el mundo entero es que, al final, será otra vez y contra cualquier atrevido pronóstico, América va contra Europa y el resto del mundo. Es posible que equipos como Austria va a poner en aprietos a los argentinos, y Marruecos, África en este caso, van a apretarles las tuercas a los brasileños, pero quizá falte algo aún a las selecciones en ascenso para batir a la sabiduría futbolística de los suramericanos. Colombia sí va a tener que dejar el alma ante Portugal, un equipo con aspiraciones, y los ecuatorianos con los alemanes. Los paraguayos tendrán que esperar a su rival de repesca, y los uruguayos verán qué trae esta vez la favorita España.

Poco cuesta mirar la brega entre los dos lados del Atlántico, y esperar, con cierto agrado, que un valor emergente de África, Asia u Oceanía se atraviese en el camino de las tradiciones y ponga al fútbol a hablar en otro idioma. El Mundial acaba de comenzar.

Solo faltó …

Por cautela, por no dañar el espectáculo que la gente desea, los mundiales se juegan al compás de un show de televisión que al final termina siendo. Como en cualquier sociedad de clases, porque el fútbol es uno de sus fieles reflejos, no podremos ver y disfrutar en las primeras vueltas de enfrentamientos deseados.

Por eso los bombos separan a las selecciones por categorías, como las que vimos el viernes pasado en Estados Unidos, y si Argentina estaba en uno, Francia estaba en otro, Brasil en uno, y España en otro. Aquellos tiempos de sorteos puros ya no se verán, porque hacerlo sería regresar al lejano pasado. Ahora solo queda esperar por los repechajes para saber quiénes finalmente entran, y si Italia, que es para Venezuela de máximo interés por los nexos históricos que unen a las dos naciones, se mete después de tantos años de ausencia mundialista.


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