Mientras las autoridades checas se organizaban para solucionar un problema, unos peludos ingenieros de la naturaleza, tomaron las riendas. No llevaban cascos, ni firmaron licitaciones, menos trazaron planos, sin embargo, su labor fue tan eficiente que sorprendió a todo el país.
Estamos hablando de unos simpáticos castores, que, sin quererlo, se convirtieron en los protagonistas más queridos y se viralizaron a principios de este año.
La historia parece sacada de un cuento, pero sucedió en los bosques de Brdy, al suroeste de Praga. Durante mucho tiempo, el gobierno de la República Checa tenía contemplado, la protección de un humedal y algunas infraestructuras para proteger el ecosistema, evitar inundaciones y recuperar la riqueza natural de la zona.
Como en muchos países, el proyecto quedó en el aire, en medio de discusiones sobre posibles soluciones. Todo se estancó (como muchos proyectos públicos) por temas de propiedad del terreno y muchísima, burocracia.
Pero mientras se ponían de acuerdo, revivían el proyecto y buscaban soluciones, ocho castores decidieron hacer lo que mejor saben hacer. Con ramas, barro y su una sabiduría natural, estos ingenieros, construyeron una serie de diques que lograron exactamente lo que aún no había empezado el gobierno: contener el agua, formar estanques, reducir el riesgo de erosión y devolverle la vida al paisaje.
Esto sorprendió a muchos. Cuando se retomó el proyecto oficial, las autoridades se encontraron con algo completamente fuera de lo esperado: ellos ya habían solucionado el problema. «Los castores nos ahorraron unos 30 millones de coronas checas, alrededor de 1,2 millones de euros», reconoció Bohumil Fišer, director de la Agencia de Conservación del Paisaje.
Y no solo el ahorro fue económico. Gracias a los nuevos humedales, muchas especies como cangrejos de río, que están en peligro de extinción, ranas, sapos y otras criaturas ahora tienen un hogar para reproducirse y vivir tranquilamente. Un verdadero milagro ecológico sin presupuesto, sin licitaciones y sin demoras.


Instinto asombroso
Según expertos como el zoólogo Jiří Vlček, la precisión de estos roedores es tan precisa que pare magia: ellos saben dónde construir y cómo mantener el equilibrio del agua. «Pueden levantar una presa en una o dos noches, mientras que los humanos necesitamos años solo para comenzar», comentó.
Es importante comprender, que los castores no construyen por capricho. Lo hacen para proteger sus madrigueras, mantenerlas sumergidas y moverse con mayor agilidad. Al hacerlo, transforman todo el ecosistema que los rodea, como si supieran exactamente lo que están haciendo.
Se estima que hay unos 15.000 castores en la República Checa. Pese a que su relación con el ser humano no siempre ha sido fácil (algunos agricultores sufren por la tala de árboles o diques en zonas no deseadas), es más visible el gran trabajo que hacen y más voces se alzan para valorar su rol como aliados naturales en tiempos tan difíciles, como el cambio climático.
Países como el Reino Unido estudia cómo reintroducir castores en ciertas regiones, para replicar esta simbiosis entre animales y personas. Porque si algo ha quedado claro es que, en este caso, la naturaleza fue más rápida, más sabia y mucho más barata.
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