Una torta blanca, aunque sea negra


Desde el año 1823 los gobernantes de Estados Unidos se consideran dueños del mundo, con derecho de mando sobre los demás y que Estados y gobiernos les obedezcan. Allá por 1904 el presidente Theodore Roosevelt declaró que Estados Unidos era la potencia de policía internacional. Aquí lo decía todo y sentaba la política injerencista con fundamento en la doctrina Monroe, hoy “vivita y coleando” como lo dijo una vez John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de EEUU.

En principio esta doctrina advertía a las naciones de Europa para que se abstuvieran de invadir e intervenir en los asuntos de América, pero bien sabemos cuál era su real propósito, complementado luego en 1845 con el Destino Manifiesto y su política expansionista, lo que para el periodista O’Sullivan significaba “expansionarnos por el continente que nos ha concedido la providencia para el libre desarrollo de nuestra población”. En fin, volviendo a la doctrina Monroe, ella solo ha servido para que los gobernantes de EEUU, al día de hoy, se sientan con derecho a dirigir a los demás Estados y a sus gobiernos, así como para borrar o desguazar la soberanía de cada país.

Hoy en día la situación tiende a agravarse por las imposiciones, amenazas de invasiones militares, acciones difamatorias y provocaciones contra los gobiernos de izquierda o progresistas que no obedezcan los mandatos del señor Trump o a la supremacía que EEUU quiere ejercer sobre Estados libres, independientes y soberanos como Venezuela, hoy asediada, amenazada de invasión militar y víctima de sanciones unilaterales, aparte de ser expuestos su Presidente y ministros al odio público internacional con acusaciones falsas y ofensivas a la dignidad humana, como esa vulgar ofensa extraída del viejo y salvaje Oeste norteamericano que colocaba precio por la captura de un criminal donde solo existía la ley del revólver, no el derecho internacional.

Por supuesto, ante ese odio y la criminal ofensiva contra Venezuela y su Gobierno, se ha despertado una solidaridad internacional en defensa de esta patria, como la reciente reacción del expresidente de Colombia Ernesto Samper, quien públicamente le dice a Trump: “No trate al presidente de Venezuela como un criminal, ni se le ocurra enviar tropas a la región porque desatará una guerra de dolorosas consecuencias”. Igualmente, le dijo: “Aléjese de nosotros. Saque sus manos de América Latina”.


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