El Nobel de la paz para el odio


Las cosas más imperceptibles suelen decir mucho acerca de las situaciones que estamos viviendo, incluso de las transiciones de época. Generalmente éstas son atribuidas a grandes acontecimientos: una guerra, una gran rebelión popular, una manifestación masiva, etc. Casi siempre vinculados a la violencia a gran escala. Pero, en realidad los grandes cambios se van filtrando por las rendijas de las murallas hegemónicas, hasta hacerse imperceptibles, cotidianas como el musgo en la piedra.

De allí por ejemplo que una metodología necesaria sea el estudio de las palabras y de las ideas que éstas transportan. Unas cambian de significado en largos períodos, surgen de pronto, pero nadie se da cuenta. La etimología es muy importante sobre todo en lo que a historia se refiere. En qué contexto aparece por primera vez una palabra, en qué otros contextos aparecen. Su orientación ética, buena o mala o neutra, etc.

He escuchado dos expresiones que pueden ser muestras de cambios más profundos en la composición del poder, la colonialidad y el eurocentrismo. Recientemente en las elecciones francesas cuando ganó la izquierda, escuché a unos analistas europeos afirmar que Mélenchon es el Chávez europeo, lo decían más o menos desapasionadamente, pero indicando que era un líder de izquierda radical con una personalidad fuerte, es decir que no era necesariamente una comparación negativa, sino una tipología de liderazgo. La verdad es que es muy difícil decirles que es la primera vez que sucede algo así, es decir que un líder latinoamericano sea el canon de europeos. Estamos acostumbrados a que, en todos los ámbitos del quehacer humano, se compare a un latinoamericano o personaje del Sur Global, a un ícono europeo o estadounidense. El Napoleón o el Aquiles latinoamericano, por ejemplo. Piénselo, no es el sentido común (ideológico).

La otra expresión fue el verbo “venezolanizar” referido no a la campaña en contra del país y la crisis causada principalmente por las medidas unilaterales de EEUU, sino más bien como ejemplo de defensa soberana para otros países.

No percibimos en toda su dimensión el cambio que está produciendo nuestro pequeño país, su pueblo y su liderazgo. La fortaleza en la defensa de nuestra soberanía que ha mostrado nuestro máximo vocero Nicolás Maduro se ha hecho percibir, por encima de toda la avalancha de mentiras, tergiversaciones y malintencionadas campañas mediáticas-ideológicas. Vamos haciendo de las rendijas, grietas.


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