El mundo occidental debe mucho a Grecia con la filosofía, la democracia, los juegos olímpicos, el teatro, la estética, el arte, la arquitectura. Asimismo, grandes nombres como Sócrates, Platón, Aristóteles, Solón, Pericles, Alejandro, Eurípides, Sófocles, Píndaro, Esopo, Fidias, Safo, entre otros dejaron una huella imperecedera en la historia. Una civilización que floreció entre el Egeo y el Mediterráneo desde el 750 aC hasta el 146 aC, con una división temporal de tres periodos: Arcaico (750-480), Clásico (480-323), Helenístico (323-146). Grecia pasaría a ser una provincia del Imperio Romano en el 146 aC. Con la caída de Roma, Bizancio y luego el Imperio Otomano dominarían políticamente la región hasta que, mediante una guerra de liberación (1821-1829), obtendría su anhelada independencia para formar un reino con Otón I.
Grecia contó con grandes poetas pero el más trascendente, según la crítica, nacería en Alejandría, ciudad portuaria de Egipto, con el nombre de Konstantínos Kavafis (1863-1933). Es este hombre el poeta de origen heleno más traducido y estudiado del mundo. En vida fue un vate inédito, no publicó ningún libro, solo hojas sueltas que repartía entre sus amigos. Fue cultor de la poesía erótica pero también de la tradición griega. Un hombre influenciado por el parnasianismo francés que reescribía varias veces los mismos versos en demótico (griego moderno) en busca de perfección. Poeta ligado a Alejandría como Borges a Buenos Aires o Joyce a Dublín. Un greco-egipcio, homosexual escondido, lleno de penurias económicas que terminaría como funcionario en el Ministerio de Obras Públicas de Egipto por 30 años sin puesto fijo.
La obra de Kavafis comprende casi los 200 poemas. Su trabajo comenzó a ser conocido en Occidente por Edward Forster, quien introdujo su trabajo en el mundo de habla inglesa con el ensayo La poesía de CP Kavafis de 1919. Sin embargo, fue tras morir que su poesía comenzó a ser conocida, valorada e incluso marcaría a otros autores por concentrar el comportamiento humano de forma atemporal. Sus versos Esperando a los bárbaros, Cosas ocultas, copiado en un mural en Leiden, o Ítaca contienen frases proverbiales que retienen esa preocupación por la existencia misma. Kavafis fue un desconocido en vida que con la muerte tornó en gran figura de la literatura universal.
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