Triptico Indiano de César Rengifo: publicación Fondo Editorial Fundarte.


Una militancia de la anticonquista, como el mismo César Rengifo calificó al conjunto de su obra, está expresada particularmente en el ciclo indiano formado por Oscéneba, Apacuana y Cuaricurían y Curayú o El Vencedor,dramas publicados por el Fondo Editorial Fundarte.    Las obras de este tríptico reflejan en su desarrollo dramatúrgico la dicotomía vencedor-vencido. Esta dicotomía se convierte en un planteamiento original dentro del teatro de Rengifo, pues busca desmitificar la versión oficial de la historia eurocéntrica que impone como verdad absoluta la de los vencedores.

La resistencia a esta visión se expresa en los finales de las obras. El dramaturgo Rengifo dejará siempre espacio a una espiral abierta al infinito cósmico, muy propia de la cosmovisión de los pueblos originarios, de salida futura, esperanzada en los más jóvenes, seguidores de la tradición. Estas obras realizan el desenmascaramiento del “Yo conquisto” totalizador, que todo lo engulle y que niega la existencia del ser en el otro. De ese Yo que buscó legitimidad en la idea de raza para ejecutar la dominación.

La resistencia a esta visión se expresa en los finales de las obras. El dramaturgo Rengifo dejará siempre espacio a una espiral abierta al infinito cósmico, muy propia de la cosmovisión de los pueblos originarios, de salida futura, esperanzada en los más jóvenes, seguidores de la tradición.

En este tríptico indiano, como en las otras obras de Rengifo, el pueblo es el eje central –el pueblo indígena para el caso de este teatro de la anti-conquista y los conquistadores son los reales enemigos, las fuerzas oponentes–.Esta construcción de personajes a favor de los explotados, oprimidos, excluidos, ha llevado, según el investigador Suárez Radillo, a la crítica teatral a menospreciar el tratamiento rengifiano de los personajes, creyendo percibir una dicotomía maniquea entre buenos y malos. Se destaca, por oposición a esta crítica, el énfasis de la visión de Rengifo del teatro como expresión de los valores nacionales y como puente para crear conciencia socio-histórica, en la que se desmitifica el “mundo al revés”, ese mundo positivista en el que los pueblos originarios, dentro de esa áspera sociología capitalista depredadora, son tildados de salvajes.

Se dice que la historia la escriben los vencedores. Esto podría ser pretensión para algunos, pero por ahí no anduvo Rengifo, que ejecutó en su larga y multifacética creación la aspiración de José Martí:

“Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte

echar”.

El ciclo indianista de este autor venezolano es el menos conocido, esto quiere decir, el menos publicado y montado. Pero, acotamos, le ha llegado su momento, este momento histórico de reivindicación de ese pasado de los pueblos originarios, reivindicación puesta en nuestra Carta Magna. Es de resaltar la sorprendente vigencia que posee la amplia obra de Rengifo, pintor, dramaturgo, poeta, animador cultural, periodista. Dotado de alta conciencia hacia la justicia social, muchas de sus obras hacían una temprana denuncia hacia las contradicciones y males de la sociedad venezolana.

Ahora, como dijo Bertolt Brecht, dejemos que hable el teatro.

Descripción y análisis dramatúrgicos

Oscéneba (hacia 1958), drama en tres actos y seis cuadros, se desarrolla en Cubagua. El pueblo caribe, encontrado en esta isla por los invasores, ha sido reducido a la esclavitud. Ante esta situación hostil, los ancianos desesperanzados se plantean huir mediante el suicidio, pero los más jóvenes, como en todas las obras de Rengifo, apuestan a la esperanza y su rebelión consiste en enfrentarse contra la muerte elegida para ellos y pensar en el futuro.

Serán los nuevos guerreros. A pesar de las consecuencias trágicas del alzamiento, se produce una victoria que será significativa: Cuciú, símbolo de la fertilidad y del pueblo caribe, se salvará y dará a luz al hijo que será también el abuelo de una generación libertadora que lucha más por amor que por ira.

En Apacuana y Cuaricurían (1975), poema dramático, la propia cacica o apota, es quien incita a su hijo Cuaricurían a la lucha contra el invasor.

Entonces, para evitar la caída de su pueblo, se entregará al horror de la muerte por empalamiento, consiguiendo con ese sacrificio salvar  la protección a la casta de guerreros. Cuaricurían es el arquetipo del héroe salvador, salva a los otros para que se salven todos y el cosmos.

Curayú o El Vencedor (1947), drama lírico en un acto y tres cuadros, es una obra de juventud del autor. Escrita en un lenguaje poético, constituye la pieza central de esta trilogía de la resistencia indígena. A la luz de nuestro presente de reivindicación y emancipación histórica, hay que enfatizarlo, Curayú o El Vencedor, al igual que las otras obras rengifianas, cobra una gran fuerza geohistórica. Tiene por figura central al piache, arquetipo del viejo sabio. Curayú está ciego como el Tiresias del teatro griego; su ceguera adquiere dentro del drama todavía más significación por el don de la profecía, de la adivinación, de lo lejano. Al igual que los otros dos dramas del tríptico, el conflicto es la resistencia indiana. El pueblo caribe luchando contra la fuerza del invasor, del

conquistador. Curayú conoce los grandes secretos de los piaches, es el Prometeo de la luz. De ahí que Ubschba, profesándole admiración, le señale:

“Eres ya el más anciano y sabio de la tribu: todos aguardan de ti el fuego que ilumine. ¿Por qué no envías tu mensaje a los guerreros?”

Este drama está escrito en tres cuadros. En el primer cuadro tiene gran importancia lo profetizado por Curayú:

“Mi sangre era todo fuego…Y como ahora, anhelaba ser guerrero para hablar solo el lenguaje de las flechas y las macanas… únicamente ocurrió que, por sobre el deseo del rápido combate y la victoria, veía claro que ella no llegaría a nuestras armas divididos como estábamos. Dispersas nuestras fuerzas guerreras, desunidas las tribus, disgustados nuestros pueblos, era fácil para los extranjeros marchar hacia adelante y vencernos y ocupar nuestras tierras. Pero mi voz sonó como una blasfemia…”

Ha sido tocado el tema de la unidad de las fuerzas defensoras, y por extensión diríamos hoy que las populares. Dentro de la historia latinoamericana y caribeña, la desunión mencionada por el personaje, ha tenido una gran relevancia negativa, no solo en la lucha indígena contra el invasor, sino en forma de estructura de países, de patrias, hablamos de la balcanización de la región latinoamericana, de muchos países en lugar de la gran Patria latinoamericana que enunció el Libertador al afirmar: “Para nosotros, la Patria es América”.

Divide y vencerás, ha sido la máxima del dominador. Como en muchos sentidos, en este, el texto de Rengifo ofrece lección, importancia, momento actual. Entonces, volviendo al plano narrativo, transcurre un lapso de tiempo, las fuerzas indígenas se han unido contra el invasor, poniéndose así en marcha la idea de Curayú. El Consejo de sabios ancianos ha convocado a todos los caciques del entorno, como le informa al piache el personaje del guerrero:

“ Vendrán el astuto Naiguatá y el noble Tiuna; y Tamanaco el osado y orgulloso; y el noble Terepaima, y Paramaconi cuyo corazón es maíz tierno y arroyo limpio pero cuyo odio sabe herir como la más aguda flecha. Asistirán Baruta y Curutí,Chacao y Aramaipuro y el hábil Guaicamacuto…Tu gran idea, Curayú, está ya en marcha. Nuestro osado jefe Guaicaipuro, su bravo hijo Baruta y los otros ancianos y guerreros me han enviado a comunicártelo…

Se cierra el cuadro con el imponente sonido de las guaruras. Este sonido se convierte en un referente importante de la indianidad para la construcción 218

El teatro de la indianidad de César Rengifo dramática; igualmente los tambores guerreros, por constituir manifestaciones de ánimo en la cosmovisión indígena. Esto nos acerca otra vez al teatro griego y se constituye en una fuerza semiótica, de objetos sígnicos, objetos actantes, que proporcionan un gran aliento a la virtual representación. Señala la didascalia: “De pronto, a lo lejos resuenan con violencia las guaruras…”. Este sonido de caracoles musicales es preparativo de un clima dramático más intenso en esa lucha.

En el segundo cuadro el autor nos informa no solo de los incesantes combates de las nuevas generaciones guerreras bajo el mando militar del cacique Guacaipuro, de la crueldad de los españoles, sino además de la situación de una joven violada por el invasor. Esta joven atormentada por lo vivido se dirigirá al sabio Curayú:

“Con el fuego y la muerte, llegó también a nuestro pueblo el lujurioso deseo de los invasores… Ah, óyeme: aún gemían por el campo nuestros heridos, y el viento no dispersaba lo que fueran chozas apacibles y claras sementeras, cuando todas las doncellas injuriadas buscaron la muerte en el jugo de hierbas ponzoñosas…Yo sola, Dajira, no les seguí en su desesperada renuncia.”

Dentro de este contexto valdría citar a Enrique Dussel, quien desde su importante libro Para una erótica latinoamericana, escribe acerca de las consecuencias de este hecho tan abominable en la construcción de esa erótica:

“La india es alienada eróticamente por el varón conquistador y guerrero; dicha erótica se cumple fuera de las costumbres americanas e hispánicas; queda sin ley y bajo la fáctica dominación del más violento. El coito deja de tener significación sagrada, la unión entre los dioses míticos, y se cumple aun para el hispánico fuera de sus leyes católicas.”

Este texto es demostrativo de lo que se cumplirá después en la erótica latinoamericana y caribeña, traducible en una sexualidad alienante, masculina, opresora.

En las obras de Rengifo son valoradas la niña, la mujer, la anciana. Rengifo es un autor informado de la cosmovisión indígena, no ignora en esa construcción de personajes femeninos de la indianidad la pareja originaria: el Padre Sol  y la Madre que concibe los primeros seres humanos. Nos dice el Inca Garcilaso:

“Puso nuestro padre el Sol estos dos hijos en la laguna de Titicacas”.

Dentro de la cosmovisión amerindia, la mujer ocupaun lugar de mayor valoración que en la hispánica conquistadora. Y Rengifo coloca su mirada sobre esto: destaquemos el papel de la aguerrida india Luciana Pantoja en Las torres y el viento.

En Curayú o El Vencedor, es de remarcable importancia la construcción del personaje de la anciana, unida con el piache por el mismo interés de lucha que une en Las torres y el viento a Luciana Pantoja y el forastero. Son dos ligazones de unión que adivina o crea Rengifo: el origen indio y la decisión de luchar.

Entonces, decimos que primordialmente los une el gran amor hacia el pueblo. En la lucha está expresado el amor.   Valdría citar un    diálogo  entre Ubschba (la anciana) y el piache, demostrativo de esto:

ANCIANA: (Acariciándole la cabeza y el rostro con

una mano) Con el alba estaré de nuevo junto a ti…

(La anciana sale de la escena)

PIACHE: Ve, hermosa Ubschba, que también yo

velaré desde aquí porque lleguen pronto la

venganza y la victoria…

Rengifo, a partir de su gran conocimiento de la cosmovisión indígena y en ejercicio de su gran talento de dramaturgo, descifra lo que la realidad ha cifrado. La realidad es padre y madre, antes que realidad objetiva. Esto se cuela entre los opuestos ydepende de su equilibrio. Si no hay equilibrio esdifícil cosechar un fruto.

Volvamos al desarrollo de la acción dramática. En eltercer cuadro, la resistencia indígena se ha incrementado. El autor nos informa, por diálogos entre la anciana y el piache, que  la derrota ha  caído sobre los caciques Tiuna y Paramaconi. En diálogo de la anciana con el piache conocemos:

ANCIANA: Muchos grandes jefes faltan ya para

siempre.

PIACHE: La venganza de ellos dará más vigor al

brazo de los guerreros…

La acción dramática que ha ido in crescendo por la

resistencia indígena contra el invasor, alcanza su

clímax con la muerte de Guacaipuro. El personaje

del guerrero la anuncia:

“ ¡El Cacique ha caído! ¡Ha caído! ¡Ha caído, Curayú!

Concluyamos esta breve evocación del magnífico militante de lo autóctono, la conciencia patria y la anticonquista, citando la escena donde, en medio de la derrota, bajo los fuegos devastadores, ha nacido el niño de Dajira. El piache exclama: ¡Ah Ah, ya estás aquí niño vengador!

Todos sabemos que hubo ese niño, que hubo la

resistencia y que un hijo de esa resistencia es el

salvador, el hombre de maíz de los pueblos

originarios.

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