Tengo 2 años con un gatito que nos regalaron. Tenía muchas pulgas y no sabíamos cómo quitárselas, era un bebé. En nuestra defensa, debo decir que nunca habíamos tenido un gato, y aquí te cuento lo que pasó.
Llegó esa bolita de pelos blanquecina o color crema, una ternura infinita, y era solo un cachorro. Todos lo consentíamos, lo alimentábamos y lo dejábamos recorrer la casa. A su paso, no hicimos nada para quitarle las pulguitas.
La situación se salió de control. Había pulgas por todos lados, y como él era blanquecino, parecía un dálmata. La casa se llenó de pulgas, nos picaban a todos, y no sabíamos cómo solucionarlo.


Lo llevamos al veterinario y nos mandaron a desparasitarlo y bañarlo. Pero era tan pequeño, no superaba los dos meses, y no podía usar una pipeta ni nada más, solo el baño y sacarle las pulgas manualmente.
Aclaro que limpiar con cloro o vinagre únicamente no solucionó nada; seguíamos teniendo pulgas en la cama y en todos lados. Nos estábamos volviendo locos. Así que, en nuestra desesperación, tomamos decisiones nada apropiadas para un gatito bebé.
Eso de preguntar en un grupo de WhatsApp, pedir el consejo del vecino o de una amiga… no, por favor. El especialista es quien sabe. Por alguna razón, no le mandaron nada vía oral o tópico, solo el baño.
Compramos un químico que decía usar 1 ml por litro de agua, pero nos dijeron: “En vez de usar 1 ml, usa 2 o 3 ml diluido en un litro porque tiene demasiadas pulgas, sumerge parte del cuerpo y con una esponja aplica el producto, déjalo actuar un rato”. Se intoxicó.
En el empaque decía claramente que era tóxico, pero “alguien” sugiere una locura y lo hacemos… ¡casi lo matamos!
Para hacerles el cuento corto, lo llevamos corriendo al veterinario, quien nos dio indicaciones precisas, le puso una vía intravenosa y lo salvó.
Le recetaron un tratamiento con muchas vitaminas. Ahora creo que mi gato es un mutante porque creció muchísimo y es muy sano. Tuvimos mucha suerte de que el veterinario estuviera disponible ese día, que además era feriado.


Cuando llegó, lo llamábamos Leoncio, pero después de que empezó a crecer sin control, lo llamamos Hulk, porque además es antipático. Creo que tantas vitaminas y baños lo dejaron malhumorado, ¡pero es un gato bello!
Lo queremos mucho y solo se lleva bien conmigo. No quiere a mi mamá ni a mi hermana. Ellas pueden tocarlo, pero no deja que lo carguen como lo hago yo. Hulk y su carácter.
Ahora tengo un megagato, comelón, consentido y malhumorado. Lo queremos muchísimo, en parte también por el susto que pasamos, de verdad creímos que se moriría. Por favor, el veterinario es quien sabe, no el vecino ni los grupos de WhatsApp.
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